Hay algo prodigioso en la poesía de Concepción de Estevarena (1854-1876): brillantes por su altura poética, sus versos nacen de la vocación inquebrantable de su autora frente a la prohibición expresa de su padre. Ante la adversidad, la escritura se le revela paradójicamente como un terreno seguro, donde la reflexión sobre el hecho poético es necesaria para encontrar la paz y para tomar impulso. Su equilibrio entre lo meditado y lo inevitable, su posicionamiento neutro en los poemas de temática amorosa, su capacidad para sintetizar y reelaborar la estética del Romanticismo tardío y su extraordinaria calidad hacen de ella un ejemplo raro y muy valioso, que celebramos con esta antología.
Concepción de Estevarena nació en Sevilla en 1854. La oposición radical de su padre a su vocación poética le obligó a ocultar su actividad literaria. Su respiro creativo lo encontró en la familia Velilla, con quienes cultivó una gran amistad. Tras la muerte de su padre en 1875, Estevarena se vio forzada a vender su casa para pagar deudas y tuvo que marchar a Jaca con un pariente que la acogió. Allí murió un año más tarde, víctima de una tuberculosis contraída en el viaje desde Sevilla. El acta de su fallecimiento decía: «muere soltera de veintidós años dedicada a ocupaciones domésticas sin testar». La familia Velilla reunió los poemas de Concepción de Estevarena en Últimas flores (1877), de publicación póstuma.
Collage de cubierta de Francisca Pageo.
60 páginas.
A la venta el 4 de marzo de 2019.
4,90 €
ISBN: 978-84-948412-0-0.
IBIC: DCF.